
¿En cuáles de tus relaciones sientes que debes adaptarte para que todo esté bien?
Reflexiona sobre esto. Seguramente hay alguien con quien esto te ocurre.
Por ejemplo, cuando le escribes a un amigo para proponerle un plan para mañana y no te responde, no sabes si puedes contar con él o no.
Esta incertidumbre te impide organizarte o buscar otras opciones. Sin embargo, sigues esperando su respuesta, sin tomar ninguna decisión por tu cuenta :-(.
Es decir, te adaptas a la otra persona en lugar de tomar tu propio espacio.
O tal vez empiezas a salir con alguien y poco a poco te adaptas a sus planes y aficiones, dejando de hacer las cosas que te gustaban y te hacían sentir bien.
Por ejemplo, ya no comes tan saludable, no haces ejercicio, cambias tus horarios de sueño, o dejas de ver a tus amigos…
Porque has aprendido que «para que estemos bien, yo debo adaptarme».
Que «si expreso lo que quiero, se enfadan».
Que «si pongo un límite, la relación se deteriora».
Así que piensas que no puedes decir nada y te adaptas constantemente.
¿Te identificas con esto?
Y ojo, esto puede pasar en cualquier relación: pareja, familia, amistades, trabajo…
¿Con quién te reprimes, te callas o te sobrecargas porque sientes que es necesario para mantener la paz?
Piensa en esa amiga a la que siempre llamas tú, a la que te adaptas para quedar y que siempre decide qué hacer.
O ese hermano que no ayuda con los problemas familiares porque está ocupado con su trabajo, y tú cargas con todo para mantener la armonía.
O ese jefe exigente que siempre demanda más y nunca está satisfecho, pero al que no pones límites por miedo a represalias o a generar tensión.
O esa madre del colegio que siempre tiene que tener la razón y salirse con la suya, obligando a los demás a seguirle como corderitos para evitar conflictos.
O tu padre. O tu madre. O tu suegra. O tu vecino.
¿Con quién no puedes ser tú mismo, relajado, diciendo lo que te molesta, lo que te gusta, lo que consideras bien o mal?
¿¿¿Con quién???
A veces, esto de adaptarse al otro es porque esa persona impone su carácter y tú automáticamente te colocas por debajo, renunciando a lo tuyo.
Otras veces, esta adaptación tiene que ver con tus experiencias de vida que te enseñaron a relacionarte así.
Por ejemplo, si creciste en un entorno donde no se validaban tus emociones y no se permitía expresar tus deseos, aprendiste que lo mejor era adaptarte.
O si careciste de amor incondicional y aprobación siendo tú mismo, sin esfuerzo…
O si en alguna relación anterior, cuando expresaste lo que sentías, te culparon de ser egoísta…
O si en tu infancia asumiste roles y responsabilidades de adulto, aprendiste que debías adaptarte.
Esto le pasó a una clienta cuando era niña y ahora se refleja en sus relaciones de pareja:
«De pequeña aprendí que, para evitar crisis, debía obedecer, no causar problemas y asegurarme de que todo fuera bien. Ahora elijo parejas inmaduras a las que debo cuidar y asumir responsabilidades que no me corresponden».
Así es. Y para mantener la relación, cuido y sostengo.
Yo me adapto.
Yo me esfuerzo.
Yo me sacrifico.
Para evitar roces, conflictos y malos rollos.
Y si estoy conociendo a alguien y un día cancela un plan sin proponerme otra cosa, aunque no me guste, me callo por miedo a agobiarlo y que se aleje.
Quizás al principio no me importe por la emoción del enamoramiento. Pero si las cosas que me molestan siguen ocurriendo, el malestar crecerá.
Tal vez intente decir algo, pero probablemente no encuentre el momento adecuado para hablar.
Porque cuando alguien realmente quiere encontrar el momento para algo, el momento aparece.
Es decir, si quiero decirle algo a una persona, de repente el momento está ahí, frente a mí.
Pero si temo lo que puede pasar al decir lo que pienso, no veré el momento aunque esté claro delante de mí.
Y seguiré adaptándome y sintiendo que debo fallarme a mí para mantener la relación.
¿Te suena? ¿Ya identificaste con quién te adaptas para evitar problemas o no perder ese vínculo?
Pues no, debes saber que los vínculos reales no se perderán porque empieces a decir lo que piensas.
Si estás dispuesta a comprobarlo, L.I.B.E.R.A. es el curso para que aprendas a quererte, a expresar lo que sientes y a ocupar tu lugar en tus relaciones.
Inscríbete ahora, lo haces online a tu ritmo en tres o cuatro meses, y tienes acceso a la plataforma para siempre.
Sí, quiero dejar de adaptarme.
Anna, que útil este mail! Me há servido para recordarme en situaciones en las que me adapto por agradar a otros y también para identificar en qué situaciones ya me valoro y soy capaz de poner límites
Marta, celebro estos avances tan singulares para una vida con sentido! Te abrazoooo!