Descubre el Secreto para una Confianza Inquebrantable

No hay límites para lo que puedes lograr. Enfrenta tus miedos y descubre tu poder interior.

Superando la Sensación de «No Saber Suficiente»

Imagina esta situación: estás en una reunión con amig@s o colegas, el tema de conversación deriva hacia un tema político o de actualidad. Todos parecen tener opiniones sólidas, argumentos bien articulados y una confianza palpable al expresar sus puntos de vista.

Y tú, ¿te quedas callada? ¿Te comparas con ellos, sintiendo que tus opiniones no tienen el mismo peso, que tus conocimientos no están a la altura?

Si alguna vez te has encontrado en este escenario, no estás sola. Muchas personas, especialmente mujeres, luchan contra la sensación de inferioridad intelectual, cuestionando constantemente su valía y su capacidad para participar en conversaciones significativas. ¿Por qué ocurre esto? ¿De dónde viene esta sombra de duda y autoevaluación negativa?

La Raíz de la Inseguridad Intelectual

La respuesta puede remontarse a experiencias pasadas, esos momentos en la infancia o la adolescencia donde nuestras opiniones fueron desestimadas, ridiculizadas o ignoradas. ¿Recuerdas alguna vez haber sido callado con un «tú no sabes de esto» o un «cuando seas mayor, entenderás»? Estas pequeñas interacciones pueden dejar una marca duradera, llevándonos a internalizar la creencia de que no somos lo suficientemente inteligentes o cultos para contribuir de manera significativa en las conversaciones.

Así es como nace esa sensación de «no saber lo suficiente», esa constante comparación con los demás y la duda persistente sobre nuestra propia valía. Nos encontramos en una encrucijada entre la necesidad de demostrar nuestro conocimiento y la vergüenza de admitir nuestras limitaciones. ¿Cómo podemos liberarnos de esta carga autoimpuesta y abrazar nuestro propio potencial intelectual?

Transformando la Relación con el Conocimiento y la Autovaloración

La clave está en cambiar nuestra relación con el conocimiento y la autovaloración. En lugar de asociar nuestro valor personal con la cantidad de información que poseemos o nuestra capacidad para expresar opiniones sofisticadas, te propongo aprender a reconocer y valorar nuestras propias experiencias y perspectivas únicas. Es hora de desafiar la idea de que «deberíamos saber más» y comenzar a celebrar lo que ya sabemos y lo que todavía estamos aprendiendo.

¿Cómo se traduce esto en la vida cotidiana? Piensa en esas situaciones en las que te sientes insegur@ para expresar tu opinión en el trabajo, en reuniones sociales o incluso en conversaciones casuales. ¿Qué pasaría si te permitieras ser vulnerable, admitir tus limitaciones y aprender de los demás en lugar de compararte constantemente con ellos?

Desafiando la Necesidad de Demostrar Constantemente el Conocimiento

El primer paso para superar esta sensación de «no saber lo suficiente» es reconocer que el conocimiento es un viaje continuo, no un destino final. Todos estamos en constante proceso de aprendizaje y crecimiento, y cada uno de nosotros tiene algo valioso que aportar al mundo. Es hora de dejar de lado la autocrítica y abrazar la confianza en nosotros mism@s.

Reconstruyendo la Autoestima: El método L.I.B.E.R.A

Encontrarás el apoyo y las herramientas necesarias para reconstruir tu autoestima y liberarte del peso de la comparación y la autoevaluación negativa. A través de ejercicios prácticos y experienciales  junto  reflexiones profundas, aprenderás a amarte a ti  incondicionalmente y a reconocer tu propio valor, independientemente de lo que los demás puedan pensar o decir.

Únete a Raquel y a Otr@s en la Transformación Personal

Muchas otras personas que han transformado su relación con el conocimiento y la autoestima a través de este método único.

No permitas que el miedo al juicio ajeno te impida expresar tu verdadero yo y contribuir de manera significativa a tu bienestar y al mundo de relaciones que te rodea.

 

¡Es hora de abrazar tu propio conocimiento y brillar con confianza!

La Envidia y la Admiración: Dos Caras de la Moneda

La envidia y la admiración son dos emociones complejas que juegan un papel significativo en la inteligencia emocional y en nuestras interacciones sociales. Ambas surgen como respuesta a las cualidades, logros o posesiones de los demás, pero difieren en su naturaleza y efecto en nuestras vidas. Veamos…un poco más….

Comprendiendo la Diferencia entre Envidia y Admiración

La envidia se manifiesta cuando percibimos que alguien tiene algo que deseamos y que, por alguna razón, no podemos alcanzar.

Esta emoción está impregnada de resentimiento y amargura, y a menudo se acompaña de un sentimiento de inferioridad personal.

Cuando experimentamos envidia, tendemos a compararnos negativamente con la persona en cuestión y podemos llegar incluso a desearle mal. La envidia puede ser destructiva tanto para nuestra salud mental como para nuestras relaciones interpersonales, ya que nos consume desde adentro y nos impide apreciar nuestras propias cualidades y logros.

Por otro lado, la admiración surge cuando reconocemos y valoramos las cualidades, habilidades o logros de otra persona. A diferencia de la envidia, la admiración está impregnada de respeto, aprecio y aspiración.

Cuando admiramos a alguien, nos sentimos inspirados por sus logros y hacemos todo lo que haga falta por aprender de ellos. Esta emoción nos impulsa a crecer y mejorar, ya que nos motiva a emular las cualidades que admiramos en los demás. La admiración fortalece nuestras relaciones interpersonales al fomentar la conexión y el apoyo mutuo, y nos ayuda a desarrollar una actitud positiva hacia el éxito y el talento de los demás.

Cultivando Relaciones Saludables a Través de la Admiración

La distinción entre envidia y admiración radica en nuestra percepción y respuesta emocional ante los logros o cualidades de los demás.

Mientras que la envidia está arraigada en la comparación y la falta de aceptación de uno mismo, la admiración se basa en el reconocimiento y la valoración genuina de las habilidades y logros de los demás.

Cultivar la habilidad de transformar la envidia en admiración es fundamental para desarrollar una inteligencia emocional sólida y construir relaciones saludables y enriquecedoras con los demás.

Transformando la Envidia en Admiración: Un Ejemplo Práctico

Imagina que tienes un compañero de trabajo que recientemente ha sido ascendido a un puesto de mayor responsabilidad y reconocimiento. Inicialmente, podrías sentir envidia al ver su éxito y preguntarte por qué él y no tú. Sin embargo, en lugar de permitir que la envidia te consuma, puedes optar por transformar esa emoción en admiración.

Para hacerlo, comienza por reflexionar sobre las cualidades y habilidades que han llevado a tu compañero a alcanzar ese ascenso. Reconoce sus esfuerzos, dedicación y talento, y valora la trayectoria que ha seguido para llegar a donde está. En lugar de compararte negativamente con él, reconoce que su éxito no disminuye tus propias habilidades ni tu valía como profesional.

Luego, busca aprender de su ejemplo.

Observa cómo maneja sus responsabilidades, cómo se relaciona con los demás y cómo aborda los desafíos que enfrenta en su nuevo puesto.

Identifica las estrategias y habilidades que utiliza y considera cómo podrías aplicarlas en tu propia carrera profesional.

Además, aprovecha la oportunidad para establecer una relación de apoyo y colaboración con tu compañero. Reconoce su éxito y felicítalo sinceramente por su logro.

Muestra interés en su experiencia y aprendizaje, y busca oportunidades para trabajar juntos y aprender el uno del otro.

Al transformar la envidia en admiración, no solo te beneficiarás personalmente al cultivar una actitud positiva y constructiva, sino que también fortalecerás tu relación con tu compañero y contribuirás a un ambiente de trabajo más positivo y colaborativo.

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11 formas de expresar la ira

«La ira es la incapacidad de aceptar lo que no se puede cambiar.»  Norberto Levy

 

Norberto Levy, reconocido psicoanalista y autor, aborda el tema del enojo desde una perspectiva psicológica escribe:

  • «El enojo es una emoción que tiene como función protegernos de las agresiones y las injusticias.»
  • «El enojo no se limita a una reacción puntual, sino que implica una serie de pensamientos y creencias que sostienen esa emoción.»
  • «El enojo puede ser una señal de que algo en nuestras vidas necesita ser cambiado o ajustado.»
  • «El enojo mal gestionado puede llevar a relaciones deterioradas y problemas de salud física y mental.»
  • «Aprender a manejar el enojo de manera constructiva es fundamental para nuestro bienestar emocional y nuestras relaciones interpersonales.»

 

¿El enojo está afectando tu vida?

El primer paso para poder gestionar (darle la dirección, expresión e intensidad adecuadas) o eliminar el enojo es reconocer qué tan frecuentemente nos enojamos.

 

¿Qué tan frecuentemente te sientes?:

  • Tenso.
  • Irritado o molesto por la conducta de los demás.
  • Demasiado inquieto para poder dormir.
  • Frustrado.
  • De mal humor.

 

Piensas que:

  • ¿La gente trata de aprovecharse de ti?
  • ¿No obtienes los resultados que deberías de obtener?
  • ¿Das mucho más de lo que recibes?
  • ¿No te reconocen  lo que haces?
  • ¿Es importante que te desquites de lo que te hicieron?
  • ¿No cuentas con la ayuda de los demás?

 

Cuando estás molest@:

  • ¿Te piden que no grites?
  • ¿Te arrepientes de lo que dijiste o hiciste?
  • ¿Desquitas tu malestar con otras personas?
  • ¿La gente te pide que te calmes?

 

El enojo está relacionado con tres aspectos:

  • Lo que sentimos.
  • Lo que pensamos de lo que está sucediendo, de otras personas y/o de nosotros mismos.
  • La conducta que resulta de los dos anteriores.
  • Gritar es una conducta, pero también el estar callado y disimular nuestro enojo.

 

RESULTADO: El cuestionario toma en cuenta los tres aspectos. Si contestaste «si» a la mayoría o a una gran parte de las preguntas, significa que te enojas o molestas con frecuencia. Si enojarse es ya un hábito en ti, quizás no te has dado cuenta de qué tan importante es que aprendas  a gestionarlo, si no avanzas como quieres.

 

 

11 formas de como pasar a la expresión consciente:

1- Adquirir conciencia sobre la ira

El primer paso para aprender a gestionar los ataques de ira consiste en concienciarse de que se tiene un problema para convertirlo en un reto, gracias al compromiso de buscar soluciones a ello. No todas las personas experimentan ataques de ira con la misma facilidad. De hecho, puede haber personas que les cueste mucho experimentarlos y otros individuos que los desarrollan de forma frecuente. Así pues, si quieres solucionar tus ataques de ira TE AYUDARÁ  tener presente que eres una personas propensa a experimentar este tipo de reacciones.

Esta concienciación será básica para que prestes más atención a las situaciones que te pueden provocar ataques de ira. Así como a las a las respuestas emocionales que desarrollas a lo largo del día. De la misma forma que una persona que no sabe nadar entra con precaución a la piscina cuando se quiere dar un baño, A TI te ayudará  estar más atento cuando te expongas a situaciones irritantes.

2- Identificar situaciones peligrosas 

Otro aspecto importante a tener en cuenta para gestionar los ataques de ira consiste en identificar las situaciones peligrosas. Por situación peligrosa se entiende todas esas circunstancias que pueden provocarte un ataque de ira. Si analizas qué, cómo, cuando, con quién y dónde has tenido tus últimos ataques de ira, de bien seguro que identificaras situaciones específicas a las que eres especialmente vulnerable.

Ante discusiones de pareja, cuando surgen problemas en el trabajo, durante la práctica de una competición deportiva… Todas las personas tienen sus puntos vulnerables  y si quieres conseguir gestionar tus ataques de ira te será útil conocer los tuyos. Al tener bien identificado cuáles son tus situaciones más peligrosas, tendrás mayor capacidad para enfrentarte a ellas y conseguir gestionarlos.

3- No acumular la ira

Los ataques de ira suelen ser mucho más comunes en esas personas que no se sienten capaces de gestionar su ira o enfado. De este modo, las personas van acumulando pequeñas cantidades de ira a través de distintas situaciones. Al no canalizarla y no expresarla de ningún modo, puede provocar un exceso de tensión en el cuerpo, por lo que este se vuelve más susceptible al ataque de ira. Si esto te sucede, es necesario que no te vayas guardando las cosas y consigas aprender a descargar tus emociones cuando todavía no son muy intensas.

Manifestar una opinión, expresar lo que sientes con lo que el otro hace, verbalizar un pensamiento… Son estrategias que te pueden servir para ir canalizando tu enfado, a medida que lo experimentas. Si lo haces, no se irán acumulando y tu estado emocional permanecerá mucho tranquilo. De este modo, ante una situación de enfado, te será más sencillo gestionar el ataque de ira.

4- Parar a tiempo

Si padeces ataques de ira sabrás a la perfección que durante los segundos previos a “explotar” notas claramente como la ira empieza a subir por tu cuerpo. Como el rugido de un león. Es una sensación breve e intensa y normalmente inconfundible. Cuando sientes esa carga emocional sabes perfectamente que acabará en un ataque de ira. Pues bien, si quieres conseguir parar la emoción y evitar el ataque de ira, tienes que aprovechar esos segundos de la mejor forma que puedas.

De hecho, cuando te ves sobrepasado emocionalmente, sólo durante ese periodo de tiempo tendrás margen de maniobra. Si no actúas antes de tu primera expresión de ira, ya no podrás controlar tu ataque y la razón no tendrá tiempo para intervenir. En esos momentos, suele ser conveniente repetir mentalmente la palabra “STOP”.

También te ayudará realizar una acción que te aleje de la emoción y te permita encontrar una situación en la que consigas calmarte.

5- Evita la frustración

La mayoría de veces los ataques de ira aparecen como respuesta a un claro sentimiento de frustración por no cumplir expectativas. Por este motivo, tienes que ser consciente que experimentar frustración puede ser tu peor enemigo y te puede generar ira con facilidad. En este sentido, es conveniente que analices siempre todas las situaciones con la mayor calma y racionalidad posible.

Muchos de los elementos que generan frustración puede acotarse e interpretarse de forma distinta. No te tomes las cosas personalmente. Más calmada-mente y con una visión mas amplia que provoque una menor intensidad emocional. Evitar pensar en términos de todo o nada es uno de los principios que permite a uno alejarse de la frustración y conseguir respuestas adaptadas. Ante cualquier situación, trata de racionalizar y buscar alternativas. Rápidamente verás cómo evitar la frustración es más sencillo de lo que creías.

6- Analiza las causas y las consecuencias

Si analizas las causas y las consecuencias de los ataques de ira, bien seguro verás que no presentan una buena relación “calidad-precio”. Quiero decir que en la mayoría de casos las causas que te generan un ataque de ira no son tan importantes como para justificar tus respuesta. Y aun mucho menos para explicar las consecuencias negativas que atañen a un ataque de ira.

La mala imagen que das de ti mismo, los sentimientos de autorreproche que sientes después de haber actuado de una forma que no querías, la preocupación por el daño que puedes haber hecho a los demás… Todas estas consecuencias son demasiado elevadas, por lo que ponen de manifiesto que no quieres experimentar ataques de ira.

Una tarea que resulta muy útil consiste en realizar una lista de todas las consecuencias negativas que te han proporcionado los ataques de ira. Cuando la tengas, léela detenidamente, estúdiatela a fondo y memoriza cada uno de los aspectos apuntados.

El objetivo consiste en que tengas muy presente qué pasa cuando tienes un ataque de ira y cuáles son tus motivos personales para evitarlos. Realizar esta tarea te generará motivación para controlar los ataques de ira y, a la vez, te concienciará para trabajar para lograrlo. Insertar en tu pensamiento alguno de estos aspectos en los momentos que notas que puedes tener un ataque de ira también te puede resultar muy útil para conseguir parar a tiempo.

7- Aprende a expresar la ira

Aprender a gestionar los ataques de ira no implica pretender no querer experimentar nunca esta emoción. De hecho, tampoco implica no querer expresar nunca las sensaciones de ira.

La ira es una emoción normal, que tenemos todas las personas y que muy a menudo juega un papel adaptativo importante.

Por este motivo, querer vivir sin esta emoción puede resultar perjudicial. Además, en muchos momentos de la vida puede resultar imposible no experimentar ira, por lo que tenemos que estar preparados para experimentarla sin que esta se convierta en un ataque. Por otro lado, como toda emoción, es importante que puedas expresar tus sensaciones de ira.

En este sentido, aprender a expresar la ira resulta fundamental. Sin embargo, que la ira sea una emoción adversa no significa que tenga que salir de forma explosiva. Estos sentimientos también puedes expresarlos con serenidad, buenas palabras y autogestión emocional, signo de madurez.

8- Mejora tu autoconocimiento

Para poder experimentar y expresar adecuadamente la ira es necesario poseer deseo de autogestión emocional. La autogestión emocional implica conocerse bien a uno mismo, saber cómo pueden afectar las cosas y tener en mente qué tipo de respuestas aparecen de forma impulsiva.

A través de una amplia introspección y el análisis de cómo es uno y de qué forma funciona, se puede incrementar mucho la autogestión. Así pues, te propongo que para gestionar tus ataques de ira es precisamente esto. Estudiar cuál es tu funcionamiento y qué debes realizar para gestionarte  en esas situaciones que te cuesta más. Piensa qué actos te resultan útiles para evitar la impulsividad.

Puede ser salir a tomar el aire, practicar un ejercicio de relajación, buscar una distracción… Cada uno tiene sus actividades que mejor le funcionan, por lo que te será útil encontrar cuales son las tuyas.

Te propongo vivirlas como una descarga.

9- Reduce tu estrés

Poseer un nivel elevado de estrés es uno de los peores enemigos de la autogestión emocional y, por lo tanto, suele dificultar mucho la gestión de los ataques de ira. Si estás todo el día ansioso, estresado y no paras de hacer cosas continuamente, cuando se presente un estímulo irritante estarás menos preparado para hacerle frente.

De este modo, la sobrecarga emocional que implica el estrés, se puede aliar con la ira y convertirse en un ataque de forma automática. Por este motivo, es importante que reduzcas tu nivel de estrés. Analiza qué actividades realizas, y cuáles de ellas son prescindibles y cuáles no.

Analiza también cuántas horas al día dedicas a tu bienestar personal, a destensionarte y a relajarte. Todas las personas requieren liberar tensión y tener tiempo para uno mismo.

10- Entrena tu habilidad de solución de problemas

Las situaciones que nos pueden producir enfado e ira requieren una forma de manejarlo. Si alguien te critica de forma injusta te será muy útil poseer mecanismos suficientes para gestionar esa situación sin que implique un ataque de ira. Comunicar adecuadamente que no toleras este tipo de comentarios hacia uno mismo puede ser una buena solución, aunque puede haber muchas más.

En este caso,  el objetivo consiste en erradicar esas fuentes que pueden provocarte ataques de ira, solucionando esos problemas que generan situaciones irritantes.

11- Aprende a relajarte

Finalmente, el peor enemigo de la ira es la relajación. De hecho, cuando uno está tranquilo es muy complicado que experimente emociones de ira y enfado. Practicar la relajación puede ser una técnica muy eficaz para aplicar también en esos en los que aparece el ataque de ira.

12- Un ejercicio maravilloso que puedes practicar es el siguiente:

  • Respira de forma lenta y profunda con el diafragma, notando como el aire entra y sale de tu barriga. Cundo realices la inspiración repite mentalmente una palabra que transmita tranquilidad como “inspiro tranquilidad” o “inspiro calma”.
  • Cuando realices la expiración repite mentalmente “suelto malestar” “suelto preocupación«
  • Al mismo tiempo imagina un paisaje que te transmita serenidad y centra toda tu atención en esa imagen mental y en tu respiración.

 

Sólo necesitas darte permiso para creer en tus aptitudes y hacer un plan auto-responsabilizado para conseguirlo.

 

Y aquí me despido, espero te haya resultado interesante y sobre todo practico, es muy importante experimentar más que pensar, por eso te invito a pasar a la práctica. Y si necesitas ayuda para sacarlo adelante, yo puedo acompañarte.

Si de esta lectura surge alguna duda, ¡cuenta conmigo!

 

 

Hablamos pronto, ¡deseo que tengas un día genial lleno de paz interior!

Te abrazo con gratitud,

Anna BeuSam

Referencias Averill, J. R. (1983). Studies on anger and aggression. Implications for theories of emotion. American Psychologist, 38, 1145-1160. Digiuseppe, R. & Tafrate, R. C. (2001). A comprehensive treatment model for anger disorders. Psychotherapy, 38, 262-271. Moscoso, M.S. and Pérez-Nieto, M.A. (2003). Anger, hostility and aggression assessment. En R. FernándezBallesteros (Ed. In chief), Encyclopedia of psycholigical assessment (pp. 22-27). San Francisco, CA: Sage Publications. Novaco, R. W. (1978). Anger and coping with stress: Cognitive behavioral interventions. En J. P. Foreyt & D. P. Rathjen (Eds.), Cognitive behavior therapy: Research and application (pp. 163-173). New York, EE. UU: Plenum Press. Pérez Nieto, M. A., y González Ordi, H. (2005). La estructura afectiva de las emociones: un estudio comparativo sobre la Ira y el Miedo. Ansiedad y Estrés, 11(2-3), 141-155.

Como dejar atrás la preocupación

 

Tu pasado no define tu futuro, tus acciones actuales sí. Robin Sharma

 

 

Prepárate para descubrir:

  1. El poder del momento presente: Exploraremos cómo vivir plenamente en el ahora puede transformar radicalmente tu forma de pensar y actuar, permitiéndote tomar decisiones más conscientes y efectivas.
  2. Estrategias para dejar atrás las preocupaciones: Te proporcionaré técnicas probadas para identificar y superar las preocupaciones que quizás te impiden avanzar.
  3. El arte de enfocarse en las soluciones: Aprenderás cómo cambiar tu enfoque de los problemas a las soluciones puede abrir nuevas oportunidades y desatar todo tu potencial creativo.
  4. Cultivar la resiliencia: Descubriremos cómo enfrentar los desafíos con valentía y determinación puede fortalecerte y prepararte para superar obstáculos.
  5. Abrazar la prosperidad: Exploraremos cómo liberarte del peso de las preocupaciones puede abrir las compuertas hacia la abundancia y la plenitud.

Nos atormentamos por el pasado, nos angustiamos por el futuro y nos vemos atrapados en un ciclo interminable.

Pero  ¿y si te dijera que puedes romper este ciclo y abrir las puertas hacia una vida de prosperidad y plenitud?

¿Estás list@ para descubrir cómo el poder del momento presente puede cambiar radicalmente tu vida?

 

INSPIRADORA EXPERIENCIA PERSONAL DE ESTHER

En darse permiso para abrir puertas hacia una la prosperidad y plenitud

 

¡El poder de cambiar está en tus manos!

En el viaje de la vida, cada uno de nosotros carga consigo un fardo invisible pero poderoso: las preocupaciones.

Permíteme llevarte por un viaje de autodescubrimiento, donde aprenderás a liberarte del peso de las preocupaciones y a desatar todo tu potencial.

  • El poder del momento presente: La clave para superar las preocupaciones radica en el aquí y el ahora. El momento presente es tu punto de poder, el lugar donde todas las posibilidades se encuentran. Si permites que las pre- ocupaciones consuman tu mente, estarás sacrificando tu capacidad de tomar decisiones claras y efectivas.

 

  • Un ejercicio EXPERIENCIAL revelador: Te desafío a realizar un ejercicio simple pero transformador.

Toma un papel y

  1.  haz una lista exhaustiva de todas tus preocupaciones, sin censura ni juicio.
  2.  con valentía, elimina aquellas relacionadas con el pasado y el
  3.  paso elimina también las relacionadas con el futuro.

Lo que queda son tus pre- ocupaciones reales, aquellas sobre las que puedes actuar de manera significativa. 🔥 ¡Es hora de OCUPARSE! 🔥

Me encantan  los ejercicios que Robin Sharma sugirió en su libro “Lecciones sobre la vida del monje que vendió su Ferrari”

  • Desenmascarando las ilusiones: Descubrirás que la mayoría de tus pre- ocupaciones son meras ilusiones, sombras que se disipan ante la luz de la verdad. Al identificar y enfrentar estas pre- ocupaciones, se convierten en ocupaciones y te liberarás del peso que te impedía avanzar.

 

  • Enfócate en las soluciones: Cambia tu mentalidad de pre- ocupación a acción. Cada desafío es una oportunidad disfrazada, una puerta que se abre hacia nuevas posibilidades. En lugar de obsesionarte con los problemas, enfoca tu energía en encontrar soluciones creativas y efectivas.

 

  • El poder de la resiliencia: A medida que practiques el arte de dejar ir las pre- ocupaciones, cultivarás una mayor resiliencia frente a los desafíos de la vida. Te sorprenderá descubrir cuánta más energía y claridad mental tienes cuando no estás constantemente atormentado por ellas.

 

  • El camino hacia la prosperidad: Al liberarte del peso de las preocupaciones, abrirás las compuertas hacia la prosperidad. La abundancia fluye hacia aquellos que tienen una mente clara y abierta, listos para recibir todas las bendiciones que el universo tiene reservadas para ellos.

 

  • El momento de actuar es ahora.
  • No pospongas tu felicidad y tu éxito para un futuro incierto.
  • El momento de tomar las riendas de tu vida es ahora mismo.
  • Libérate de las cadenas del pasado, despeja tu mente y camina con confianza hacia un futuro lleno de posibilidades infinitas.

 

¡Ve por ello!: Tu destino está en tus manos.

 

¡Es hora de empezar tu viaje hacia una vida más plena y satisfactoria!

 

El cargador de agua

Y tú ¿sabes reconocer tus cualidades y posibilidades o te enfocas sólo en lo que consideras tus defectos?

Cuenta la leyenda que…

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.

Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua.

Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador así, diciéndole:

«Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.»

El aguador, le dijo compasivamente: «Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.»

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, solo quedaba dentro de si la mitad del agua que debía llevar.

El aguador le dijo entonces «¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.»

Y tú, ¿sabes reconocer tus cualidades y posibilidades o te enfocas sólo en lo que consideras tus defectos?

Tendemos a enfocarnos, principal o únicamente en los aspectos negativos de lo que creemos que somos y de lo que hacemos o sentimos, sin darnos cuenta de que con ello, nuestra autoestima baja, aún más.

Dedícate con atención a cambiar de actitud, buscando lo positivo, no sólo en ti, sino también en los demás y verás un cambio importante en tu vida.

 

El enojo que resuelve

EL ENOJO NO ES UN FIN EN SÍ MISMO, SINO UN MEDIO PARA RESOLVER UN PROBLEMA 

Anna BeuSam

Cómo procesar y utilizar esta energía que es el enojo

De hecho, tanto las tradiciones religiosas como las diversas corrientes psicológicas, han intentado ofrecer respuestas que resolvieran los vastos problemas que esta emoción presenta.

    • ¿Qué causa el enojo?
    • ¿Cuál es su naturaleza?
    • ¿Cuáles son los modos en que lo expresamos y cómo influyen nuestras creencias?
    • ¿Qué necesitamos aprender para pasar del enojo que destruye al enojo que resuelve?

La causa

El enojo es el resultado de un impulso, deseo o necesidad frustrados. Ese deseo o impulso puede estar relacionado con un hecho particular o referirse a una situación global. Es particular cuando el deseo está dirigido sobre un hecho puntual: me han prometido algo y no han cumplido; deseo hacer un trámite y el empleado no está en su puesto; deseo viajar y el tránsito está atascado, etc.

Es global cuando lo que se afecta es la necesidad de preservar la integridad física o psíquica: una persona me empuja o amenaza apoderarse de algo que me pertenece o me humilla y maltrata psicológicamente..

Cualquiera sea la situación, si evocamos nuestras memorias de enojo comprobaremos que siempre están precedidas de una frustración. Cuando la energía del deseo que se direcciona hacia su realización encuentra un obstáculo, la obstrucción que este produce genera una sobrecarga energética dentro de ese deseo. A esta sobrecarga es lo que llamamos enojo. La función original de esta sobrecarga de energía es asegurar y garantizar la realización del deseo o la necesidad amenazada.

¡Acompáñame mientras exploramos el camino hacia una vida más plena y satisfactoria!

Dime, qué imaginas? Te diré si te enojas o te apenas

La sobrecarga energética del deseo, que es el enojo, puede albergar diferentes calidades más o menos destructivas. Esto dependerá de las conclusiones que mi mente produzca en relación con la naturaleza del obstáculo. Si me doy cuenta  que existe una intención contraria que se está oponiendo a mi propósito, mi frustración se hará enojo destructivo.

Por lo tanto trataré de hacerle a ese obstáculo destructivo lo que imagino que él quiere hacerme a mí. Esa voluntad de destrucción recíproca es la esencia de la batalla. Si llego a la conclusión de que ese obstáculo no responde a ninguna voluntad específica de perjudicarme sino que como la lluvia en el día que deseo ir a la playa, es algo que ocurre pero que no se opone deliberadamente a mí, entonces mi frustración será frustración pero difícilmente evolucione hacia el tipo de enojo destructivo.

Si le pido dinero prestado a un amigo y él me dice que no puede hacerlo porque no dispone de esa suma, y le creo, mi frustración será frustración pero no se hará enojo contra él. Si en cambio creo que me miente, que tiene el dinero pero que no me lo quiere prestar, entonces la frustración tiene las puertas abierta hacia el enojo. Ante cada frustración producimos, consciente e inconscientemente, conclusiones acerca de la causa que la produce y rápidamente evaluamos si hay una intención adversa o no.

Muchas personas tienen la tendencia a atribuir sus frustraciones a una voluntad adversa que se opone a sus propósitos. Dichas personas no tienen más remedio que vivir crónicamente enojadas y resentidas. Otro elemento interesante que está presente en este tema es que en el marco de una guerra, de una batalla, de una lucha, todo obstáculo es efectivamente el resultado de una intención interior adversa. Precisamente, la del rival de turno.

De modo que para quien vive en una atmósfera psicológica de batalla, todo obstáculo pone en marcha la reacción en cadena de frustración- enojo destructivo. Por el contrario los obstáculos que son evaluados como incógnitas a resolver, enfocados a las posibles soluciones, con preguntas, que efectivamente frustran y demoran los logros deseados, pero no generan enojos u odios destructivos.

En este momento, en el que los valores y las modalidades de la cultura competitiva sobrecargan tanto el tono emocional de cada una de nuestras relaciones humanas, estamos muy expuestos a interpretar cada obstáculo en el curso de una relación como la manifestación efectiva de esa relación adversa de nuestro rival de turno (sea mi mujer, mi vecino, el portero del consorcio, mi compañero de trabajo, etc.) que quiere oponerse a mi propósito y vencerme.

No es de extrañar, entonces, que el clima emocional de una incesante batalla sea el que fatigue nuestros días y deje exánimes a nuestro deseo y nuestra posibilidad de entusiasmo y alegría. A este componente cultural se agrega otro de origen biológico que, si no es adecuadamente comprendido, puede confundir aún más este problema y si deseas avanzar en un entreno para el autoconocimiento esto te puede interesar!

El fondo biológico

Desde el punto de vista químico, ante la presencia de un obstáculo vivido como amenaza, el organismo segrega adrenalina y noradrenalina, neurotransmisores que posibilitan todos los comportamientos de confrontación y lucha, de actividad y alerta.

En épocas primitivas de la humanidad, cuando la amenaza a la integridad territorial se dirigía en una confrontación física, en una lucha cuerpo a cuerpo, esta respuesta era, sin duda, la más adecuada porque en aquellos casos era necesario incrementar la fuerza física para encarar la batalla. Todos conocemos, sea por experiencia personal o por los innumerables ejemplos de personas que dan testimonio, cómo en una situación de ira me dispone a una magnitud de fuerza mayor que la habitual.

La tarea que necesitamos realizar es observar cómo utilizamos ese plus de energía que, por automatismos  arcaicos, el organismo produce frente a una frustración o una amenaza. El desajuste se produce cuando sigo utilizando una respuesta biológica de ira generada en situaciones antiguas, para situaciones actuales que no requieren tanta respuesta con adrenalina: lo que ocurre es seguimos poniendo en juego este tipo de respuesta y así olvidamos del problema que la generó.

Esto se agrava, además cuando se genera la creencia limitante de que el enojo, per se, incrementa la eficacia. Por lo tanto, se termina propiciando el patrón primitivo de respuesta de ira, como si todo fuera una amenaza al territorio que ocupo.

El enojo es útil para aumentar la fuerza física pero no es útil para resolver problemas. Imaginemos aun cirujano que encuentra obstáculos durante una operación y se enoja. Su ira entorpecerá, sin duda, su capacidad de resolver el problema que enfrenta. Este ejemplo resulta obvio, pero sin embargo existe una creencia, bastante generalizada, de que el enojo da potencia.

Un conocido periodista de tenis, cuando transmite los partidos de Gabriela Sabatini, repite frecuentemente: “Me gustaría verla a Gaby más enojada. Así Jugaría mejor.” El, como representante de esta creencia limitante, supone que enojándose contra el rival ganaría en eficacia. Y, en realidad, es todo lo contrario: la coordinación y la precisión que son necesarias para una buena jugada encuentran su mejor caldo de cultivo en la relajación y la calma. Esta observación, que parece tan obvia al describirla, está, sin embargo, prácticamente ausente en la evaluación de quienes orientan técnicamente y psicológicamente a los deportistas.

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Resumiendo

Podemos decir que la secuencia frustración-enojo-acusación, se produce en el contexto de una batalla y que, cuando vivimos en ese clima emocional imaginario, cada frustración dispara la respuesta de enojo destructivo que convierte cada problema en otra batalla.

Los diferentes modos de expresar enojo

En la medida en que concebimos al enojo como una señal que indica la presencia de una amenaza, de un obstáculo, podemos examinar cuáles son las actitudes que mejor utilizan la señal que ofrece el enojo. Habitualmente solemos creer que la expresión del enojo es una conducta homogénea que no tiene componentes diferenciables.

Sin embargo, si miramos con mayor detenimiento la reacción del enojo, como si ubicáramos sobre ella una lente de aumento para ver con más detalle cómo es, encontraremos cuatro componentes bien diferentes que vale la alegría de discriminar.

Para hacerlo más claro tomemos un ejemplo sencillo: me cito con un amigo y llega tres cuartos de hora más tarde.

Mi deseo de encontrarme con él a la hora convenida, que se frustra, acumula un plus de energía, y ese plus necesita descargarse. Este es, precisamente, el primer componente: la descarga. Podemos observar entonces todas las reacciones propias de esa necesidad: puedo moverme, gritar, protestar con insultos, dar un golpe sobre la mesa, patear, etc. El propósito de este tipo de reacciones es descargar al sistema nervioso de la sobrecarga a la que está sometido.

La función de la descarga es equivalente a abrir la válvula de escape de una olla de presión. La descarga permite que el sistema vuelva a recuperar el estado más adecuado para su funcionamiento. Esta fase es muy importante y es la que permite encarar en mejores condiciones las otras etapas de la resolución del problema que generó el enojo. Es un hecho cada vez más reconocido, que no todas las personas contamos con los canales disponibles para expresar y descargar la ira.

Toda la tradición cultural que propició y valoró la contención del enojo terminó suprimiendo los canales de su expresión. Si le pusiéramos palabras a tal actitud, sería: “Expresar enojo está mal, no es correcto o es señal de debilidad”.

hubungan-sosial-buat-tubuh-lebih-sehat-YGsLa actitud de suprimir la emoción agrava el problema, porque la falta de hábito en la experiencia de la expresión de esa emoción hace que uno no cuente con la capacidad de graduarla en su justa medida: esto se alcanza cuando uno ha ejercitado repetidamente una respuesta.

Por lo tanto, uno vive la ira frecuentemente en términos de “todo o nada”. Cuanto más se ejercita algo, mejor se puede calibrar y disponer de todos los matices de respuesta según requiera la situación.

La graduación de la reacción es una conquista evolutiva, que es a su vez producto de la práctica.

El hecho de ser los lobos animales muy combativos permitió que, a lo largo de su historia, pudieran ritualizar la descarga y el castigo, y lograran rescatar lo esencial del combate entre ellos, que es decidir quién se va a quedar con el territorio.

 

Por esta razón, cuando en el transcurso de una pelea el que está perdiendo ofrece su cuello al rival, se genera en el vencedor un reflejo que lo aparta de su contendiente, le hace buscar el lugar más alto de la región y se instala allí. Han resuelto el problema de la distribución de territorio con la mayor economía posible.

Esto ha sido denominada lucha ritualizada. Los pajaritos, por su parte, que no tienen la experiencia habitual de lucha porque apelan al rápido vuelo como respuesta al peligro, no cuentan con el recurso del enojo ritualizado y calibrado. Por lo tanto, cuando combaten en una jaula, las luchas terminan sólo con la muerte de uno o ambos antagonistas.

El segundo componente es hacerle saber al otro el impacto que su acción ha producido en mí y como me siento yo frente a lo que hizo.

Es decir , expreso, doy a conocer lo qué siento ante esa situación. Si volvemos al ejemplo de la cita con mi amigo, le diré: “Estás llegando 45 min. Tarde. Me siento irritado, molesto, decepcionado, harto de esperar, etc., etc.” Estas podrían se las palabras, pero la expresión global de lo que siento también estará en mi mirada, etc.

Como se puede observar, en este caso no hay ningún enjuiciamiento, descalificación, ni conclusión acerca de la conducta del otro. Meramente se la nombra sin juicio y se describe la propia reacción ante ella. Es decir, para que se produzca una modificación en la conducta del otro, es necesario que él conozca, del modo más completo posible, el efecto que su acción produce en mí.

Este componente está estrechamente asociado al que te conté anteriormente como acción de descarga, porque en el acto de nombrar, asumir, expresar lo que siento también realizo un movimiento de descarga.

Aunque estos dos componente pueden ser diferenciarse, porque en la descarga participan más elementos motores, frecuentemente ambos se intercalan y también esta fase está teñida por las creencias limitantes que afirman que reconocer el impacto que me produce lo que el otro hace es señal de debilidad.. El ejemplo que mejor ilustra esta actitud se presenta cuando alguien dice: “No le voy a dar el gusto de decirle cómo me afectó su comportamiento».

Más adelante veremos cómo la represión en la expresión de una o ambas fases que estamos describiendo contribuye a que la expresión del enojo tome uno de los canales más perturbadores: el intento de suprimir al mínimo la propia reacción y producir sobre el otro el máximo castigo!.

Otro componente necesario en la expresión del enojo para que este cumpla su función resolutiva, es la formulación de la propuesta para reparar lo reparable en esa situación y la construcción de un proyecto que asegure en lo posible que ese problema no va a repetirse. Volviendo al ejemplo anterior, podría decirle, por ejemplo, a mi amigo: “ Mira, ahora no puedo hablar del tema para el cual nos citamos porque estoy muy sobrecargado de malestar y tensión.

Vamos a caminar para descargarme, hablemos ahora de este problema y luego podremos conversar del tema por el cual nos citamos. Quiero que sepas que a mí me irrita mucho esperar cuando marco una cita a cierta hora, de modo que quisiera arreglar contigo una manera para que esto no se vuelva a repetir”.

Desde el punto de vista del enojo como señal, este conjunto de respuestas expresan una manera de aprovechar esta señal para resolver el problema que detecta. Si en este sencillo ejemplo de mi amigo lo que me afecta es la espera a la que me somete su impuntualidad, a través de estas reacciones utilizo mi enojo y el plus de energía que aporta para intentar resolver ese problema.

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Recapitulando ahora los tres componentes, estos son:

  1. Realizo la catarsis necesaria para descargar mi sistema.
  2. Le doy a conocerla, clara y abiertamente, lo que siento para que él conozca el efecto que produce en mí lo que él ha hecho (no enfoca en el ser).
  3. Incluyo una propuesta para reparar la situación presente y para tratar de evitar que se produzca en el futuro.

Para comprender mejor la significación de esta secuencia es útil recordar que detrás de todo enojo siempre hay un problema que se debe resolver. La confusión se produce porque el enojo mismo suele convertir los problemas en batallas y entonces el reconocimiento del problema y sus vías de solución se pierden.

Es decir, existe un 4º componente que vamos a examinar: es el deseo de castigar al otro por lo que hizo.

Aquí el centro está puesto en hacer sufrir al otro. Lo hacemos mediante insultos, enjuiciamientos y descalificaciones. Cuando mi amigo llega tarde , le digo: “Eres un egoísta, un irresponsable, un desconsiderado, contigo no se puede pactar nada, es imposible confiar en ti, no lo voy a hacer, así que me voy. Adiós”.

Esto puedo decirlo hasta con un tono de voz relativamente tranquilo, de modo que la descarga en sí de mi estado es mínima y simultáneamente el efecto sobre el otro es máximo. Aquellas personas que están habituadas a expresar su enojo de esta manera creen verdaderamente que expresar enojo es eso: acusar y reprochar. Cuando les revelo otra alternativa, muestran una extraordinaria sorpresa al enterarse de una modalidad que no estaba presente en absoluto en su forma habitual de vivir y expresar su ira.

Esta evidencia pone de manifiesto hasta qué punto el tema de la ira es también un importante aprendizaje que necesitamos realizar como miembros de la «especie humana» y protagonistas de esta cultura. La misma modalidad castigadora la podemos encontrar cuando al escuchar algo que nos enoja “le colgamos el teléfono” como respuesta o “damos un portazo” y nos vamos.

Esta modalidad es muy frecuente y hay personas que se reconocen a sí mismas como expertas en “poner el dedo en la llaga”, es decir, producir con la mínima descarga, el

máximo daño. Una clienta, Elena, me contaba: “Mi marido no me consultó de cómo quería yo que se hicieran los arreglos en la terraza y eso me enojó mucho.

Cuando me preguntó a qué hora iba a estar yo para que el albañil viniera a hacerlos, le dije que esa semana iba a estar muy ocupada y no iba a estar en casa. El tuvo que quedarse para recibirlo y luego se volvió loco para recuperar el trabajo atrasado… y yo lo disfruté muchísimo”

En la medida en que Elena no disponía de los recursos emocionales como para expresarle a su marido su desacuerdo por su actitud inconsulta y proponerle a su vez que la incluyera para poder emitir su

opinión, ella no tuvo más remedio que desembocar en la situación en la que expresaba su malestar mediante acciones que dañaran a su marido. Esta actitud perversa, está relacionada con ese conjunto de respuestas que consiste en realizar una acción que intenta lograr que el otro sienta lo que yo hasta ese momento sentí, y a su vez, multiplicado.

El régimen de multiplicación depende de cada uno y ese es el sistema que “va fabricando la bomba atómica”. Depende de cada uno, quiere decir que no sólo está relacionado con lo que el otro hizo sino también con todas las veces en que me sentí herido, del dolor que me produjo y de las conclusiones que saqué acerca del por qué ocurrió. Este es el resultado de los denominados actos de venganza.

La venganza, en esencia, es eso: hacer algo para que el otro padezca lo que me hizo padecer. Observado desde afuera, se puede creer que el vengador está haciendo sufrir al otro mucho más de lo que uno supone que él ha padecido. Sin embargo, este aparente soltar, depende de las memorias de dolor que el vengador albergue, que le hacen configurar muchas veces un régimen de multiplicación del sufrimiento altamente virulento.

Un elemento agregado que conviene recordar aquí es que, cuanto más represión acumules, tus canales de expresión y descarga de tu enojo, más utilizas el modo del “máximo castigo con la mínima descarga”. A partir de estos hechos, la actitud de: “lo que más me descarga es que el otro sufra”, se revela como una brutal distorsión en el proceso de la expresión del enojo. Además, como el otro va a reaccionar a su vez ante mi acción que le ha hecho sufrir, si él tiene el mismo mecanismo de hacerme sufrir por lo que le he hecho, entre los dos ponemos en marcha una interacción que agrava el problema y multiplica el daño.

Esa es “la bomba atómica”. Así es como se fabrican peleas que culminan en actos de violencia de una magnitud tal que resultan, mucho más graves en relación con el motivo que las generó.. Lo que acabo de describir es un sólo un  ejemplo de las situaciones en las que el enojo, en lugar de resolver un problema, lo agrava y multiplica. Un elemento a nombrar es que cuando le digo a mi amigo que llegó tarde: “eres un irresponsable…., etc.”, estoy actuando de un modo tal en el que he dejado de tener un problema con un amigo y la persona de mi amigo ha pasado a ser mi problema.

Dejo de estar con alguien con quien resolver un problema, para empezar a estar con un puro adversario a quien quiero destruir.

Este movimiento de amplificación desde un problema con un amigo a la persona total de mi amigo como problema, es típica de la reacción del enojo. Es lo que se suele llamar comúnmente: “la calentura del enojo”. Es aquí dónde las habilidades para «ventilarse» son bienvenidas tales como las formas de descarga que hemos comentado más arriba.

Indagación personal amable

Utilizando el parámetro de los cuatro componentes, te propongo que observes en un enojo que viviste reciente o antiguo,  cuáles estuvieron presentes: si hubo reacción de descarga, si diste a conocer lo que sentías ante lo que te hicieron, si formulaste alguna propuesta para resolver la situación, y si intentaste castigar al otro por lo que le hizo. La experiencia muestra que en una gran mayoría de los casos de expresión del enojo sólo están presentes las acciones que intentan castigar al otro, sea con insultos, reproches o descalificaciones.

No está de más repetir que ese es uno de los canales más dolorosos e hirientes para la resolución del problema que ha despertado enojo. Si este fuera tu caso en el ejemplo, trata de imaginar que vuelves a esa escena y observa cómo sería incluir los otros tres parámetros de este análisis. Algo que es bueno recordar aquí , es que

  • Cuantos más recursos tengo para resolver el problema que mi enojo señala, más se encauza la energía del enojo en la dirección de su resolución. A tal punto que, en sus formas más extremas, el enojo prácticamente no se presenta ni se lo experimenta como tal.
  • Por el contrario, cuantos menos recursos tengo para resolver un problema, cuanto más impotente me siento, más intenso es el enojo y más destructiva su calidad.

 

¿Qué cambiaría en tu vida con este orden propuesto? ¿Qué harías diferente? Te leo en comentarios!

Y aquí me despido, espero te haya resultado interesante y sobre todo practico, es muy importante experimentar más que pensar, por eso te invito a pasar a la práctica.

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