por Anna | Blog
Por qué una relación cae en esta forma de toxicidad…
A menudo creemos que ser indiferente es una actitud pasiva que consiste en no hacer una acción, por ejemplo, no elogiar a nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros padres, nuestros amigos, no compartir sus inquietudes y problemas, no manifestarle nuestro amor…
Sin embargo, la indiferencia no consiste sólo en dejar de hacer algo. Consiste en dañar mediante la supresión de nuestra intervención allí donde nuestra intervención sería esperable.
Todos esperamos algo del otro y el otro también espera algo de nosotros. Cuando esa espera se ve frustrada, la relación se resiente.
Por ejemplo, llegar tarde a una cita, así esa cita sea en nuestro propio hogar para cenar, hacer aquello que se sabe que al otro le molesta, desoír sus reclamos, son actitudes que pueden también encuadrarse dentro de la indiferencia porque tienen como rasgo en común la indiferencia ante las demandas o expectativas del otro.
El silencio de los culpables
Contrariamente a lo que se cree, no hacer algo que sería esperable es hacer algo que daña de manera seria una relación.
Pocas son las personas capaces de percibir que la indiferencia no es una actitud pasiva, sino muy activa y que cuando se instala en cualquier relación afectiva, ésta se convierte en un tóxico que la daña seriamente, aunque en pequeñas cuotas.
Saber detectarla a tiempo es sustancial para poder aplicar el antídoto adecuado a ese poderoso tóxico.
Cómo se manifiesta
Es absolutamente adecuado para describir la toxicidad de la indiferencia: “En cualquier relación afectiva con uno solo que sea indiferente basta”.
Hay relaciones afectivas que no son indiferentes de manera bilateral: sólo lo es uno de sus integrantes y el otro sufre de manera reiterada la frustración de estrellarse contra un muro de silencio e indiferencia que no puede interpretarse de otra forma que como una manifestación de desamor, aunque no lo sea.
Sin embargo, la indiferencia es como un río caudaloso y termina por arrastrar tambien al otro integrante de la relación que en un principio no era indiferente. Cansado de “darse la cabeza contra la pared” una y otra vez, termina por convertirse en indiferente con el fin de preservarse.
De todos modos, ya sea que la indiferencia sea unilateral o bilateral, siempre es un reto de ambos miembros de esa relación. Se trata de una forma de toxicidad y las relaciones tóxicas siempre se generan de a dos, aunque sea sólo uno el que manifieste las características más evidentes de esa toxicidad. Además, aunque el que soporta la indiferencia jamás se convierta, a su vez, en indiferente, la actitud tóxica de la otra parte afectará a la relación en su conjunto.
Las pistas de la indiferencia
Como se trata de un tóxico silencioso, es preciso estar muy atento a los pequeños indicios para poder detectarlo.
Algunas de sus manifestaciones más corrientes son:
- Un silencio que “hace ruido” de parte de uno o de los dos integrantes de la relación, ante hechos en los que serían esperables palabras. No estimular ni sentirse estimulado por el otro.
- Aislamiento.
- Carencia de planes en común.
- Descuido del hábitat.
- Fuerte sentimiento de frustración por una o por ambas partes.
- Descuidos afectivos respecto del otro y falta de interés.
- Rabia que no se manifiesta en palabras.
- Rencores de vieja data hacia el otro, deudas pendientes de afecto que se consideran insalvables.
Aunque en muchos casos la indiferencia propia no es percibida como tal, la indiferencia del otro es percibida como una actitud de desamor. El peligro es que, con el tiempo, cuando esta situación persiste, la indiferencia se “naturaliza” y «normaliza»cada uno termina por no esperar nada del otro dejando así la relación, para transformarse en dos personas que, por alguna extraña razón, comparten el mismo espacio no sólo físico, sino también existencial.
¿Por qué se elige, sin saberlo, ponerle «sorditis» a la relación?
Cualquier relación en la que hay indiferencia es una relación que ha congelado sus sentimientos, que los ha puesto en la nevera a la espera de mejores oportunidades para manifestarlo que, ante la imposibilidad de resolver sus problemas de otra forma, ha decidido vivir con sordina.
¿Por qué una relación cae en esta forma de toxicidad?
Las razones son diversas, pero podrían resumirse en la siguiente lista:
- Porque falla la comunicación y uno de los integrantes de la relación o ambos no encuentran la forma de manifestar sus conflictos a través de las palabras.
- Porque uno o los dos integrantes de la relación son pesimistas, no creen que los conflictos puedan resolverse y creen que poniéndolos en estado de hibernación lograrán mantener la relación a pesar de todo.
- Porque cada uno confía en que el otro reaccionará ante la indiferencia y, si esto no sucede en un tiempo prudencial, ambos terminan por bajar los brazos y por conformarse con una relación poco satisfactoria.
- Porque ambas partes sienten miedo a poner los conflictos sobre la mesa.
- Porque uno o ambos provienen de familias en que no había práctica de diálogo y, en consecuencia, carecen de práctica en el intercambio lingüístico .
- Porque ambos integrantes confían en que «el tiempo terminará por arreglar los conflictos» sin que medie su intervención
- Porque cada integrante siente que la indiferencia es un sentimiento que “lo pone a salvo del otro” al generarle distancia afectiva respecto de él.
- Porque es una forma tóxica “elegante”: no hay gritos, no hay discusiones, el resto del entorno no se enteran aunque haga que esa relación viva en la frustración.
- Porque se cree erróneamente que la indiferencia no es una forma de violencia y que, si no hay violencia, la relación está bien.
- Porque no puede reconocerse la indiferencia como una disfunción dentro de la relación.
- Porque la indiferencia se ofrece al principio como una suerte de “refugio” en el que atrincherarse.
- Porque su carácter tóxico es difícil de detectar.
Un tóxico peligroso.
Bajo una apariencia inocua, la indiferencia esconde un alto grado de toxicidad. Cualquier relación afectiva puede convivir mucho tiempo, incluso toda la vida, segregando este tipo de tóxico, pero, pasados ciertos límites de permanencia e intensidad, esa relación dejará de ser tal, aunque siga junta.
La indiferencia es un sentimiento destructivo porque genera un progresivo sentimiento de distancia y extrañamiento respecto del otro. Cuando esa forma de relación subsiste a través del tiempo, quienes alguna vez dijeron sentir afecto o amor, terminan por convertirse en dos extraños con pocas cosas en común, como no sea el espacio físico que comparten.
Afortunadamente, como todos los funcionamientos tóxicos de la relación, también la indiferencia puede revertirse.
Y lo más importante de esta buena noticia es que no es preciso invertir el resto de nuestras vidas tratando de averiguar por qué la otra persona funciona de esa forma.
En algunos casos, será necesario de establecer una guía de actitudes a incorporar por las partes para salir del círculo vicioso en que están inmersos.
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Anna BeuSam
por Anna | Blog, cuentos y Metaforas
¿Sabes cuál es la clave para tu felicidad?: La paz mental.
¿y la clave? El desapego
Es imprescindible para conseguir tus objetivos (lo contrario de la agresividad que predican muchos).
Porque para conseguir objetivos necesitas gestionar tus pensamientos. Necesitas gestionar tus impulsos.
El budismo demuestra que la principal causa de sufrimiento es el apego.
Nos aferramos a ideas, opiniones y bienes materiales. Sufrimos pensando en perderlo. Algunos ni duermen por la noche. Y luego úlceras, estrés y enfermedades mucho peores.
Pero si practicas el desapego ocurre todo lo contrario: que eres más feliz… y sin pedirlo llegan los bienes materiales.
Aquí van las 3 Claves para que consigas el desapego y tengas por fin paz mental:
1. Pregúntate si quieres tener razón… o ser feliz
La mayoría tiene una necesidad enfermiza de tener razón. Pero si te olvidas de imponer tu opinión toda tu ansiedad desaparece. No vas a cambiar a los demás con tus opiniones. ¿Quieres tener razón o ser feliz?
Algunos son ridículamente agresivos por sus creencias políticas. (Creencias que al fin y al cabo copiaron de otros.) Yo tengo amigos con todo tipo de opiniones políticas y filosóficas. Pero me llevo bien con todos. Me da igual dónde diferimos ¿no hay siempre un punto donde difieres?
Mientras su intención sea buena sólo son distintas maneras de llegar al mismo fin, míralo así. ¿Vas a perder una amistad o un contacto por imponer tu punto de vista?
2. Niégate a culpar
Echar la culpa a otros es volverse negativo. Muy negativo. Asumir la responsabilidad y sus consecuencias es valiente.
Piensa que el 80% de la responsabilidad la tuviste tú (acertarás siempre). No desperdicies tu tiempo buscando malvados. Absorbe, analiza como un estratega y piensa cómo lo harás la próxima vez.
¿Si has discutido o alguien te hace una faena con el coche inmediatamente él es el “malo” y el culpable de TODO? ¿Lo pagas con él y te metes en un buen lío ganándote un enemigo? No te engañes.
Si te disciplinas a no buscar culpables cometerás muy pocos fallos y evitarás incidentes, incluso graves, que pagarás toda tu vida.
Sin un enemigo se acabará el odio que te consume.
Y entonces te vuelves productivo y relajado.
3. No te enamores de tu sufrimiento
Ya sé que “tienes derecho” a estar molesto por tu situación. Que incluso hay algo romántico en el héroe que sufre.
Aiiins, tonterías.
Muchos se enamoran de su sufrimiento y sus problemas del pasado son su vida. Crean un mundo ficticio de ellos contra el resto. Su día está lleno de discusiones imaginarias con gente no presente. Todo gira alrededor de lo malo. Todo son quejas, culpas y agresividad.
Si les dejas te contarán lo mal que les trataron, los amigos que les traicionaron y más historias para no dormir. Como si fueran los únicos en el mundo.
Tonterías.
A ti y a mí nos ha pasado igual. La clave es no darle vueltas.
No seas el quejica del que huyen todos. Acepta que nos pasa a todos. Y seguirá pasando.
“¡No puedo! ¡Es demasiado grave lo que me hicieron!»
Te repetiré lo mismo: no eres el único.
Tienes suerte si te han perjudicado tanto. Habrás aprendido lo indecible y estarás más curtid@ y curios@!
Y punto.
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Anna BeuSam
por Anna | Blog, cuentos y Metaforas
Decir lo siento es el gesto más reparador que puede hacer un ser humano.
Marshal Goldsmith, How Sucessful People Become Even More Successful
Estoy de acuerdo en que decir «lo siento» es un gesto mágico, reconciliador y reparador.
Tanto en lo profesional como en lo personal, decir lo siento es un gesto mágico, reconciliador y reparador. Todas las disculpas, desde las más pequeñas, hasta el perdón del presidente Lincoln al pueblo por la esclavitud en Estados Unidos, merecen ser consideradas como una actitud mágica.
Si consideramos de forma adecuada el poder de decir lo siento, veremos que, inclusive en términos de negocios, el decir lo siento, puede ser una estrategia inigualable. Entre todas las cosas importantes que se pueden utilizar como herramienta, no hay ninguna que tenga la fuerza del lo siento.
<<lo siento>>, <<me siento responsable de esto>>. <<Sí, tal vez hubo otros factores, aunque yo tuve mucho que ver con este problema>>.
Estas palabras mágicas refuerzan las relaciones. Aclaran un problema, resolver un malentendido… Todo impulsa hacia adelante la relación.
Di la verdad y actúa con transparencia para que entiendan tu malestar
En marzo de 1977, la empresa de Aguas de Solares, una marca que llegó a tener una cuota de mercado del 50%, se supo que su agua mineral contenía una bacteria que, aunque no era perjudicial para la salud, estaba prohibida. Solares basó su estrategia de comunicación en la saturación publicitaria, dejando a un lado la actividad de relaciones públicas. Se equivocó, no rectificó y hoy en día ocupa un lugar irrelevante dentro del mercado.
Un caso similar, pero resuelto de forma más exitosa, fue el de Perrier. En 1990 se detectan en sus botellas de agua mineral concentraciones de benceno tres veces superiores a las permitidas. La reacción inicial del grupo francés fue la de retirar del mercado una partida de botellas y minimizar la importancia del suceso. Las ventas empezaron a resentirse y Perrier reaccionó, reconociendo y admitiendo el problema e iniciando una campaña de comunicación que le llevó a pedir disculpas a los diferentes públicos. La empresa reconoció su error, rectificó a tiempo y hoy ocupa, nuevamente, el liderazgo.
Habla con tus compañeros sobre la efectividad del «lo siento»
Trátala como una práctica personal por tanto que te es de ayuda en lo profesional . Reconócela como una de las pocas que pueden formar parte de las competencias estratégicas clave.
Surge un retraso en un proyecto y es evidente que el principal responsable eres tú. Rara vez la responsabilidad corresponde a una sola persona, pero tu decides cargar con toda. Curiosamente, a partir de ese momento empieza un círculo recíproco de disculpas. <<Fui yo>>, <<Hombre no, también fui yo>>…De «repente» nos vemos compitiendo por hacernos cargo del error. Al final, acabas tomando una cerveza juntos.
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por Anna | Blog, cuentos y Metaforas
¿Conoces la historia de Tom Sawyer «pintando la valla»?
Es un ejemplo de cómo puedes hacerte rico con ingenio y negociando:
Un sábado la tía Polly castigó a Tom a pintar la valla del jardín. Y Tom empezó su fin de semana condenado a pintar la valla. Humillado y desesperado, empezó su fin de semana con un castigo.
Todos divirtiéndose el fin de semana pero él cargado de trabajo. Pasó su amigo Ben y le preguntó qué hacía pintando un sábado. Pero Tom le dijo que estaba encantado. “
Pintar la valla es un juego. Te lo pasas genial.” Y le mostró cómo se divertía dando enormes brochazos y riéndose.
Ben automáticamente quiso divertirse también y le pidió permiso para pintar. Ya eran dos pintando. Menos trabajo para Tom.
Y Tom siguió actuando con inteligencia. Porque ahora tenía la fuerza de la prueba. Su amigo era la prueba de que pintar era divertido. Hmmm….
Pasaron más amigos y Tom les hizo ver a todos lo mismo. Que era un juego. Que se lo estaban pasando bien:
- “Preguntarle a Ben. Está pintando como un loco.”
Y si a Ben le gustaba les podía gustar a todos.
Y más amigos que pasaban quisieron pintar la valla. Y por supuesto le hicieron el trabajo.
Pero Tom fue más lejos.
Cuando otro amigo le pidió pintar estuvo a punto de consentir, pero cambio de idea:
- “No sé, ¿qué me das a cambio?”
- “Te daré el corazón de mi manzana”, le dijo el siguiente amigo.
Tom entregó la brocha disimulando mala gana. Pero no cabía en sí. Menos trabajo y además… ganancias.
Y siguieron pasando más amigos. Todos quería pintar y él se lo permitió a cambio de algo.
Le hicieron el trabajo y además ganó dinero. Ben, Billy Fisher, Johnny Miller… todos los amigos le daban algo a cambio de poder pintar. Todos querían pasar un buen rato.
Tom no sólo se quitó el trabajo sino que ganó dinero. Terminó la mañana del sábado y nadó en la abundancia.
Dicen que la clave de la vida es construir una ratonera y esperar.
- ¿Te gustaría saber cómo construir la tuya?
- ¿Crees que en estos momentos hay algo parecido que puedas hacer?
Porque en estos momentos SEGURO tengas una buena posibilidad delante…
Tienes la misma astucia que Tom. Puedes llegar muy lejos pensando y negociando. Sólo necesitas saber cómo.
Todo depende del ángulo con el que analices las cosas. Tienes cientos de posibilidades de conseguir la vida que quieres gracias a tu ingenio.
Y aquí me despido, espero te haya resultado interesante y sobre todo practico, es muy importante experimentar más que pensar, por eso te invito a pasar a la práctica.
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por Anna | Blog, cuentos y Metaforas
¿Sabes la razón por la que la minoría que triunfa siempre está hambrienta de más?
Porque disfrutan de la persona en quien se han convertido.
¿Los bienes materiales? Bienvenidos, pero la mayor satisfacción es saber que puedes conseguir lo que quieras gracias a tu constancia y fortaleza. Si perdieras todo lo recuperarías de nuevo y serías feliz en el proceso.
Cuando buscas hacerte mejor eres una persona diferente. Has pasado las pruebas y te vuelves fuerte. Tu satisfacción es ser quien eres. Y ahí está la verdadera felicidad.
A veces, tenemos algún repertorio de excusas y miedos a los que, permitimos jugar un papel importante en nuestra vida. Los conocidos “Sí, pero…soy muy joven, muy mayor, no tengo suficiente experiencia, es demasiado tarde, cómo voy a cambiar de idea ahora, no voy a tirar por la borda todos los años de estudio…”
Puedes encontrar todas las excusas que quieras.
Excusas que te facilitan no tener que abandonar lo conocido, no tener que probar nada nuevo, pero que suponen un obstáculo a la hora de conseguir tus objetivos y sueños.
Somos responsables SIEMPRE, incluso lo somos de nuestra IRRESPONSABILIDAD. Sergio Sinay
- ¿Crees que alguien es responsable solo cuando toma decisiones?
- ¿Y cuándo no las toma?
Equivocarnos no es malo, pero INMOVILIZARNOS y no hacernos responsables de nuestro futuro, eso sí es una equivocación!
La persona que quiere hacer algo, encuentra la manera.
Los demás, solo encuentran excusas.
- ¿Qué excusas te das día a día para no actuar?
- ¿Cuáles son los miedos que debes enfrentar, las cosas que debes aprender para entrar en acción y dejar de darte excusas?
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